Cuando una pandemia nos obligó a escribir

La Familia. 1918. Egon Schiele/Archiletras

La literatura es tuberculosa, griposa, apestada, colérica, piojosa, leprosa y, de ahora en adelante, puede que coronavírica. Luce bubones, toses, estertores del pensamiento, gotículas de lo memorable. Como guiada por el potencial contagioso de la tinta del bacilo de Gutenberg, su historia está ligada a la enfermedad, pandemias, catástrofes naturales y personales, holocaustos y exilios. Porque la literatura, bien mirado, bien leída, es vacuna para el lesionado, la voz del superviviente, el sanatorio de la conciencia.

La historia de la literatura empieza con una peste. Junto a otras enfermedades ‘artísticas’, el impacto de patologías y epidemias en el arte es enorme. Reportaje completo en Archiletras.

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